Alvaro Sáenz Zúñiga
Cura párroco
Con la llegada del nuevo párroco a esta espléndida parroquia es indispensable que quede claro lo que aquí se dice, es decir, que el que llega y debe adaptarse es el párroco porque la parroquia, y sobre todo ésta, con tan larga tradición, ya existe, y que si bien la parroquia recibe al cura, a su llegada el nuevo responsable debe aprender sus movimientos y tejemanejes.
Dicho en otras palabras, que no es la parroquia la que debe adaptarse al nuevo cura sino completamente a la inversa. Sería contrario a la lógica imaginar que una comunidad de más de 400 años de vida deba adaptarse a los intereses del párroco que apenas llega cuando debe ser más bien el párroco el que debe hacer los mayores esfuerzos por leer los signos parroquiales y tratar de contribuir con su esfuerzo a unos mejores resultados. Ya habrá tiempo en el futuro para hacer los cambios que sean necesarios, pero hacerlos ahora no es aceptable, a no ser que se presente una emergencia.
Esto es más cierto todavía, más evidente, cuando tomamos conciencia de la calidad de párroco que tenía a su cargo San Bartolomé. El P. Mauricio Solano es un hombre ejemplar en muchos aspectos y el trabajo que realizó entre ustedes es a todas vistas íntegro y sensible. De manera que al nuevo cura, si es respetuoso y suficientemente listo, debe saber asumir lo realizado con paciencia y asombro, agregándole quizá algunos elementos que podrían beneficiar el panorama general. Llegar y pretender hacer todas las cosas nuevas sería, además de tonto, profundamente irresponsable de mi parte.
Desde ahora les hago saber que, como no tenía ni idea del cambio, había planeado viajar a Turquía en enero, y la vacación estaba, además de programada, debidamente fijada. Por eso, aunque desde ya he empezado a las cosas, lo que continuaré haciendo en lo que falta del año y los primeros días de enero, les propongo empezar oficialmente un trabajo sistemático a partir de la fiesta de la Candelaria, el 2 de febrero, preparando, entre otras cosas, la fiesta de la Señora de Lourdes y el solemne inicio de la cuaresma.
Les planteo de antemano que espero que el primer proyecto que asumamos sea la ampliación e la pastoral social, que debe llamarse del Buen Samaritano. Ya se han empezado a atraer nuevos voluntarios y a desarrollar algunas actividades para este ejercicio.
El camino está por delante. Pongámonos en manos del Señor Jesucristo, de su Madre Santísima y de San Bartolomé.