Historia de la Parroquia

La conquista de lo que hoy es Costa Rica se habría iniciado con una expedición de Gil González Dávila y Andrés Niño en 1522. La expedición salió de Panamá y reconoció el litoral Pacífico de nuestro territorio, internándose tierra adentro. En la expedición se dio por fundada la población de Pacaca o Pacacua, en la actual Tabarcia o Ciudad Colón.

Ya en 1560 se funda la ciudad de Cartago. capital de la provincia. Juan de Cavallón, hombre severo y poco hábil las relaciones con los indígenas, fue designado Alcalde Mayor de Nicaragua y Costa Rica. Se había asociado con el P. Juan Estrada Rávago, quien realizó algunas expediciones importantes. Para 1563, Juan Vázquez de Coronado, hombre conciliador y de buenas relaciones, es nombrado Alcalde Mayor de Costa Rica. Ante su inesperada muerte, acaecida en 1565, el nombramiento recayó sobre Perafán de Rivera como gobernador, que regresó a las prácticas represivas, el abuso y el trato cruel hacia los indígenas que empleara Cavallón, que era su amigo.

Tan temprano como 1613, se encuentran datos concretos sobre la existencia de un pueblo en la región de Barva, nombrada así por el cacique Barvak, señor de la región. Habrá sido un pueblo de indios, administrado por la orden franciscana y dedicado a San Bartolomé. Allí se erigió pronto un convento. La población se habría establecido por su situación geográfica e hidrográfica, porque, según algunos, el acceso a ciertos ríos (el Sarapiquí, por ejemplo) conduciría con presteza a los expedicionarios al río San Juan y presuntamente facilitaría el trasiego de mercancías. Esto era ilusorio e irreal, pues un inmenso bosque separaba Barva de aquel río y la idea fracasó casi de inmediato.

No obstante, debemos saber que nuestra comunidad, semilla del Valle Central, había sido establecida mucho antes, hacia 1575, con Curridabá y Acserí y por supuesto Pacaca, estos junto con Espíritu Santo de Esparza, en la región pacífica.

Todo empezaría, pues, en torno a una pequeña Iglesia de paja y adobes, nacida para dar culto al apóstol Bartolomé, alrededor de la cual se agruparon los indígenas que vivían sumisos a la nueva fe y al poderío español. Desde ese primer momento, pues, el pueblo de Barva estaría sustentado, de forma peculiar, en su condición de centro religioso. 

El dato de 1613 indica que la capilla de Barva habría cambiado el patronazgo, pues lo adjudicó a la Asunción de María. Según la tradición popular, después de un fuerte terremoto en 1888, el pueblo decidió retornar a la protección del Apóstol, ya que la imagen de éste quedó de pie, mientras que la de Nuestra Señora yacía recostada sobre el suelo. Así se asumió de nuevo el título de San Bartolomé.

 

 

La actual iglesia parroquial, la cuarta, empezó a construirse en 1867 cuando la diócesis de San José era ocupada por su primer obispo, Monseñor Anselmo Llorente y La Fuente, prelado que bendijo la piedra fundamental de nuestra Iglesia en 1867. La construcción del actual edificio se realizó en piedra de cantera labrada, unidas con mortero de cal con un ancho aproximado de 1.20 m, y finalizó en 1890. Sin embargo, la fachada debió ser reconstruida más tarde, en mampostería, debido a que el terremoto de 1910 arruinó. El edificio había sido bendecido y consagrado por nuestro segundo obispo, Mons. Bernardo Augusto Thiel, en agosto de 1891.

Desde siempre nuestro pueblo ha mantenido un intenso ligamen con la Iglesia parroquial que, declarada patrimonio histórico el 24 de agosto de 2000, es tenido como hito cultural e histórico de nuestro país.

En el edificio se conservan piezas de sumo valor, como las imágenes de Jesús Nazareno y el Cristo Yacente, la Virgen Dolorosa y la imagen patronal de San Bartolomé, que ocupa el trono en el altar mayor tipo ciprés, que es en estilo neoclásico, siguiendo el que plantea el interior de la Iglesia, así como algunas importantes piezas de platería colonial.

La parroquia posee, además, una importante colección de once piezas escultóricas del taller tirolés de Ferdinand Stuflesser, así como dos campanas traídas de Inglaterra en 1870. 

Elementos muy llamativos de la iglesia parroquial son los altares laterales y el altar de la capilla del Santísimo, de factura colonial muy antigua, provenientes posiblemente de las iglesias primitivas, así como el piso, de origen posiblemente inglés. El imponente altar mayor, que sigue el estilo neoclásico del edificio, fue confeccionado por el artista Sixto Umaña. La mesa postconciliar de la celebración fue elaborado, con tallas coloniales, por el artesano Beto Vega, en el 2000.

Destacamos el diseño interior de la iglesia parroquial de estilo abiertamente neoclásico, con decoraciones pictóricas en su cielo raso, que son del siglo XX.

La fachada es más bien barroca con dos torres, tiene un amplio atrio y jardines ingleses en todo su entorno.

Digna de visitar es la gruta de la Virgen de Lourdes, al costado norte de la Iglesia parroquial, construida a inicios del siglo XX a partir de un notable y milenario tajo de piedra de origen volcánico, que rodea la Iglesia por el noreste y se extiende por varios kilómetros, del que habrán sacado las piedras para edificar la Iglesia.

Texto por Cristopher Jiménez Sánchez

San Bartolomé Apóstol: Nuestro Patrono

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