El término Apóstol identifica al discípulo escogido como emisario de una noticia. Hoy asistimos al momento en que Jesús llamó a los Doce y los envío, momento muy importante por cuanto así marca el estilo que moverá a la Iglesia, comunidad de los amigos de Jesús. Todos debemos aprender de él, recibir su mensaje, acoger su testimonio y entregarlo, como predicadores, a quienes más tarde deban recibirán al mismo Jesús. La primera lectura hace alusión al trabajo de un profeta, que siendo un simple pastor es llamado por Dios al oficio de profeta. Amos debe responder a la vocación incluso si todos lo rechazan. Notemos que todo profeta es llamado por Dios a predicar y que no tiene otro remedio sino hacerlo.
Importante notar que Jesús envía a los apóstoles con poder “sobre los espíritus impuros”. Esto significa que deberán inundar de paz el corazón de quienes viven en oscuridad. Y les pide no llevar nada para el camino. No obstante, San Marcos permite dos elementos muy simples: el bastón y las sandalias. ¿Qué importancia podría tener un bastón? Un bastón representa el apoyo impostergable de la palabra de Dios, elemento fundamental de nuestra fe, porque sólo apoyados en ella lograremos subsistir. Las sandalias, por su parte, nos recuerdan otra idea del Nuevo Testamento: que no podemos ir por los caminos de la vida a pelear contra el mal y pretender hacerlo a mano limpia. El apóstol debe saber protegerse en la batalla para no ser aniquilado. Esta protección viene de Dios y se ha ejemplificado de muchas maneras. Las sandalias son un modo. Así, y la mano limpia es improductivo porque nos urgen los recursos divinos: las sandalias del Señor nos separan del suelo frío del mero suelo. Esto es importante.
Cubiertos con el abrazo amoroso de Jesús, los apóstoles salen a predicar, a anunciar este mensaje, que es más bien muy breve, porque sólo han sido enviados a exhortar a las gentes a la conversión, es decir, al cambio de vida, el mejoramiento de las condiciones cotidianas. Suponemos que ellos lo logran, porque su éxito viene reflejado en un informe que nos plantea el mismo Marcos, una frase doble, a saber, que ellos expulsaron muchos demonios y que sanaron numerosos enfermos. Cierto que ellos no fueron como curanderos, sino más bien sanadores, y transmitieron la salvación de Dios. Es quizá por ello que Marcos alude a la unción con óleo, que la Iglesia conserva y realiza antes de bautizar a los niños, con el óleo de los catecúmenos. Esta unción es similar por cuanto nos prepara, nos invita a abrirnos a Cristo. También me recuerda la Unción de los Enfermos, porque, cuando somos urgidos en la enfermedad nos están preparando para el encuentro definitivo con Cristo que sucederá tarde o temprano.
Es claro que ese primer anuncio de los apóstoles fue breve, pero en realidad está cargado de contenido por cuanto lo que ellos anuncian es a Jesucristo que, en la segunda lectura, se nos presenta como la bendición absoluta de Dios para la humanidad, incluso si no ha llegado a su muerte y resurrección. Se nos dice que en Jesucristo fuimos predestinados a ser hijos de Dios, que en él hemos sido redimidos, en él recibimos el perdón de los pecados, que Cristo expresa claramente la voluntad del Padre, que el Hijo eterno de Dios hecho carne es el punto de reunión de todas las cosas, del cielo y de la tierra, porque él es la Cabeza de todo. En Cristo somos herederos de los misterios de Dios y en él reside nuestra esperanza. Al creer en Cristo y escuchar su palabra somos marcados con el sello del Espíritu prometido.