1 de enero. Santa María, Madre de Dios

¡Feliz Año Nuevo para todos!

Alguna caprichosa decisión de los emperadores romanos de casi 2000 años atrás, hizo que el año civil empezara en esta fecha. En realidad, eso parece estar relacionado con el inicio de las guerras, para no afectar las cosechas y otras cosas más. Por más que lo analicemos no tiene mucha lógica que el año empiece tan a trasmano, cuando ni siquiera estamos en el inicio de una estación meteorológica, por ejemplo, porque el invierno mismo empezó siete días atrás. En todo caso, a partir de entonces, el año empieza en este día.

Ahora bien, el 1 de enero se produce ocho días después de nacimiento de Cristo, esto según la conmemoración que la Iglesia ha establecido, porque tenemos que saber que Jesús no nació un 25 de diciembre. De hecho, algunos teólogos suponen que habrá nacido más bien en agosto o septiembre por la escena de los pastores durmiendo en el campo, lo cual no puede darse en diciembre por el frío. En todo caso, fijada la fecha de nacimiento de Cristo 25 de diciembre, una semana después se produce su circuncisión. No es que a la Iglesia le interese ya la circuncisión, pues es un asunto hebreo. Lo que sí resultó muy atractivo fue el meditar en este día sobre la maternidad de María, precisamente por lo que dice el Evangelio que hoy leemos, aquello de que María conservaba esas cosas y las meditaba en su corazón. Concentrarnos en la figura de María resulta trascendental, pues ella es el modelo de los cristianos, el modelo de los creyentes y la primera cristiana de la historia de la humanidad. La liturgia está adornada, pues, con esta lectura del texto de San Lucas sobre los pastores, de María contemplativa, así como de la circuncisión. La primera lectura es un texto arcaico, del libro de los Números, en el que Dios concede a Moisés una fórmula de bendición para el pueblo. Esa bendición se concentra en el gesto de Dios de mostrarnos su rostro. El momento por excelencia en que Dios mostraría su rostro a la humanidad es en la entrada de su Hijo al mundo. Con ese texto comprendemos que Jesucristo es la absoluta bendición de Dios para la humanidad. El salmo 66 con mucha belleza nos permite responder a esta palabra diciendo: “El Señor tenga piedad y nos bendiga”.

En la segunda lectura tenemos una estrella bíblica, me refiero al pasaje de Gálatas 4.4-7 en que San Pablo establece el momento en el que Dios se hizo carne, describiendo la manera como lo hace, es decir, naciendo de una mujer, naciendo bajo la ley precisamente para poder rescatar a los que estuviéramos bajo la ley. Eso permite que nosotros podamos entonces hoy llamar a Dios “Abba”, es decir “papa”.

Y de nuevo felicidades es en este año que empieza.

Comparta este artículo:

Compartir en Facebook
Compartir en WhatsApp
Compartir en Twitter
Compartir en Telegram
Compartir por Correo Electrónico
Imprima

Comente