IV Domingo de Pascua

El IV domingo de Pascua, llamado por sí mismo, Domingo del Buen Pastor nos asoma a una realidad muy hermosa, esa realidad que Jesucristo asume para que nosotros comprendamos hasta dónde llega su compromiso con la comunidad humana, porque él se va a presentar como nuestro buen pastor.

Eso lo entendemos con claridad en la primera lectura. Pedro, al plantear el kerigma, pide a todos reconocer que Jesús crucificado ha sido hecho por Dios Señor y Mesías. Ante este anuncio el pueblo tiene una reacción maravillosa, todos empiezan a creer y buscan convertirse, quieren cambiar para ser apacentados por Dios en la persona de su hijo Jesucristo, convertirse en la porción que Dios mismo convoca para ponerse a salvo de la generación malvada y perversa que intenta destruir a la humanidad.

La idea del pastor también está en la segunda lectura. Allí el autor sagrado nos plantea algo importante y profundo, esto es, que los padecimientos forman parte de la vida cristiana porque estaremos imitando a Cristo que sufrió por nosotros, para lograr nuestra salvación. A pesar de que Jesucristo era inocente, asumió con valentía el dolor sin quejarse nunca y confiándose al que podía juzgarlo rectamente, y gracias a sus llagas nosotros fuimos sanados. La carta agrega que nosotros antes éramos como ovejas perdidas, pero ahora hemos vuelto al Pastor y Guardián nuestro.

El salmo 22 o 23, proclama a Cristo como pastor, responsable de la comunidad, el que nos cuida, el que vigila nuestra suerte, nos acompañan los momentos de mayor sufrimiento.

No obstante, en el Evangelio se nos plantea una variante sustancial, porque Cristo no se va a presentar como pastor sino, cosa curiosa, como puerta del corral de las ovejas. Los establos, los sitios donde se guardaban las ovejas, los apriscos, en la antigüedad eran unos círculos de piedra muy altos que tenían una sola puerta. El pastor tenía que entrar por esa puerta y el rebaño entraba y salía por ella. Cristo quiere plantearse a sí mismo como la puerta, asegurando que todo aquel que quiera tratar con los seres humanos debe hacerlo a partir del modelo supremo de Jesucristo, que es la puerta que permite la entrada y salida de las ovejas. De otra manera, quien intentara hablar al rebaño de alguna cosa, sería como un ladrón o un salteador. Jesús mismo dice que las ovejas no los escucharían ni los seguirían precisamente porque no conocen su voz. Jesús dice ser la puerta y asegura que el que entra por medio suyo se salvará, agregando que podrán entrar y salir para encontrar alimento.

Como parte del rebaño, nosotros en la parroquia, estamos viviendo una feria vocacional, para aprender de los demás que lo que están haciendo y para darnos la oportunidad de trabajar al servicio del rebaño de Dios, entrando por Jesucristo, escuchando la palabra de Dios, asumiendo los sacramentos y, por supuesto, siguiendo la voz de Jesús que nos llama y nos convoca. Feliz domingo, día del Buen Pastor.

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